
El tiempo es uno de los recursos más valiosos que tenemos y no es renovable. Un grandísimo tesoro al que no se le pone mucha atención porque a todos se nos ha repartido de igual manera.
Hoy te pregunto ¿Se te va el día y no alcanzas a hacer lo que verdaderamente desearías? ¿Sientes frustración por no dedicarte a lo que realmente es importante para ti? ¿Sabes que te rebasan las obligaciones y compromisos y no está en tus manos cambiarlo?
Retomar la vida como quien va a invertir en una hipoteca y analiza las distintas posibilidades que ofrece el mercado, buscando la mejor opción para mi presupuesto. Revisar cada inciso de un contrato antes de firmarlo y comprometerme por años en una cuota fija que voy a pagar para disfrutar de un bien.
1. Analizar en qué empleo mi presupuesto de valiosas horas cada día. Ese tiempo precioso que no vuelve más y se está gastando en actividades que en ocasiones no me gustan, no tienen sentido, ni aportan a mi desarrollo emocional, espiritual y de conciencia. Ese tiempo que solo representa quedar bien en un trabajo por la mera cuestión económica tan necesaria para cubrir mis gastos y los de mi familia. Es cierto, tal vez tengo un contrato laboral que cubre mis necesidades y por miedo a no encontrar algo mejor, me estanco ahí desgastando toda mi energía que podría ocupar en lo que sí le da un sentido profundo a mi vida.