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¿Te ha pasado que querías decir NO y salió un SÍ? Ese NO que se quedó atorado en la punta de la lengua y en su lugar ganó el SI. ¿Por qué me pasa eso tan seguido? ¿Te lo has preguntado? ¿Será que solo me pasa a mí?

¿Cuántas veces en la vida has tenido que hacer algo que no querías porque no te atreviste a pronunciar la hermosa palabra de dos letras que resuelve miles de situaciones y te hace sentir tan bien?

¿Qué sucede dentro de mi que siento pena cuando en realidad no quiero aceptar un compromiso? Eso es ignorarme y sentir que lo mío no vale con tal de quedar bien. Puedo creer que el otro no podrá resolver solo si yo no le ayudo o le acepto y entonces sentirme rechazado.

¿Por qué la culpa? Tal vez pienso que no merezco estar bien si el otro no está de acuerdo conmigo o tengo la creencia de que es egoísmo mírame a mi primero y me siento menos que los demás.

¿Cuál es el miedo oculto detrás de cada SÍ que digo? Podría ser que en realidad no tengo una opinión mía que hacer valer o quizá me voy al futuro lejano y siento ansiedad de lo que podría pasar si fallo y digo que NO. Le quito valor a mis sentimientos y emociones.

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