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Viajamos solo algunos de los viajeros del grupo DIWALI tour2022 a esta aventura.  Mi compromiso es  compartir contigo las imágenes y vídeos de esta gran experiencia, para ti, para familia y amigos.    Durante el vuelo pensé en ti, en cada uno de quien pudiera leer esto en algún momento.

Subimos tempranito a un avión donde solo se asignan asientos del lado de la ventana para que todos los pasajeros disfruten de la espectacular vista en la ida o en el regreso. Claro que en la ida, me moví al asiento del otro lado del pasillo con mi hija para mirar la vista por su ventana y de regreso ella vino a mi asiento a compartir la mía.

No queríamos perder ni un momento de la imagen.

La aeromoza nos repartió un  folleto con los datos de los picos que iríamos viendo durante el trayecto para ir identificando cada cima y así ir apreciando las distintas cumbres.

Despegamos para iniciar la aventura, buscando entre cientos de montañas nevadas y escuchando la explicación de la azafata para no perder de vista ninguna imagen.

Hemos volado rodeando el Everest, la cumbre más alta del mundo.  Un pico nevado majestuoso  que se asoma y distingue entre muchos otros. Discreto y elegantemente vestido de blanco, emanando un reflejo de luz brillante que viene del sol al amanecer. Son las siete de la mañana cuando los rayos del sol brillan con intensa luz e iluminan de una forma muy cálida.

Alistarnos desde las cuatro y pico de la madrugada para estar a tiempo al vuelo de recorrido expreso para solo contemplar este regalo de la naturaleza es emocionante. El encuentro en el aeropuerto con alpinistas y turistas que vienen de todo el mundo a tocar esta emblemática cúspide del mundo es interesante y me llena de curiosidad saber que cargan en esos enormes bultos de  equipaje colorido que solo incluye lo necesario para la supervivencia: no lujos, no decoración, solo lo que se va a ocupar que beneficia a todo el equipo y a tu compañero en el que vas a confiar tu vida y a su vez confiará en ti de regreso.

Una emoción inmensa al mirar la superficie de la tierra desde la visión más alta de sus montañas entre cualquier otra que miramos algún día.  Mirar la cima para después bajar y guardar el recuerdo.

El Everest es una cumbre soñada y anhelada por alpinistas tras años de preparación, disciplina y constancia para alcanzar un sueño.  Yo lo vi, lo vimos en familia tomando un vuelo específico para mirarlo desde el cielo.  Entre miles de cumbres y cimas distintas; unas chatas, unas picudas otras sin forma, se despliegan bajo la nieve helada de la gran cordillera de Himalayas.

Días antes pisamos la nieve en Cachemira, la frontera del norte con Pakistán cerca de China. Unos días de vida en las montañas del norte.  La primera nevada fuerte de la temporada que se adelantó para darnos la bienvenida en las montañas.

El Everest, nunca imaginé estar ahí cerca, ni si quiera lo había pensado.

Nepal, ¿Habías oído el nombre de este país o tal vez te era familiar? Yo no, no lo había oído, pero sí Katmandú, en algún momento. Estar aquí en las tierras donde nació Buda, visitar la primera Stupa de la humanidad y entender un poco más sobre está filosofía de vida que busca liberar la mente del sufrimiento, el budismo.

Cada paso en estás tierras me adentra en mi propia exploración, confrontarme con una cultura distinta a mi vida veloz de la Ciudad de México, mis rutinas. Impaciencia a veces con la inmediatez de los servicios y exigencias que he aprendido en la capital y gran ciudad y a lo largo de mi vida.  Aquí toca soltar todas las formas occidentales de lo conocido y adentrarse a la visión distinta de lo ancestral asiático y aceptar otros ritmos.

Aprender a ver la vida sin juicios lo más posible sin esperar lo que yo quiero que ocurra.   

Vuelvo al Everest…

Tantas maneras de estar ahí, algunos en equipo caminando y llegando por las rutas planeadas durante años trabajando profundamente.  Cargando cuerdas, maletas, alimentos para varios días y mentalizados a las ventiscas y sorpresas del camino que ofrece esa ruta. Pienso como será cuando viene una tormenta o avalancha de nieve que cierra los caminos de la misma manera que se adelantó la nevada en Cachemira y cerró carreteras por un día dejando largas filas de transporte varado en la autopista por los daños causados. Comparo cuando la vida para y derrumba nuestros planes y el apego a lo que deseaba se apodera y sufrimos. La vida nos para muchas veces y cuestionamos porqué en lugar de esperar a comprender el para qué.

TODO ES PERFECTO, así lo repito continuamente desde que aprendí esa frase y me encajó, acomoda todo lo que pasa y no comprendo en el momento pero sé que me dará respuestas claras cuando espero. Todo es perfecto, siempre está ocurriendo lo mejor.

Yo llegué por avión, volando a contemplar el Everest, mientras rodeamos las montañas veía otros picos imponentes, majestuosos e impresionantes. Una sola es la cima más alta del mundo pero alrededor todas son altísimas.  Más de 7000 metros en general y la más alta llegando a 8,848.8 metros de altura. Se veían cráteres, veredas, caminos y montañas pegadas unas a otras que pareciera un lugar alejado del mundo totalmente.   

Me cuestionaba cuáles son mis cimas, mis cumbres que he querido alcanzar y me han llevado a escalar mis propias rutas, en ocasiones cayendo y levantando; a veces sola, otras en familia y te pregunto:  ¿Cuáles son tus cimas que quieres alcanzar? ¿Cómo quieres llegar y con quién te acompañas? ¿Qué te falta para decidir tomar acción y dar pasos a tu camino? ¿Qué miedo te detiene? ¿Crees que has visto ya todas las opciones o te aferras a tu única visión?

Hoy apunto a nuevas metas que anhelo recorrer con el corazón y llegar de la mano con quién quien me acompaña en mi camino.

Mi montaña no es la más alta pero es la mía, es mi sueño y no se compara con la de nadie. Hoy no miro donde me he atorado sino apunto a dónde deseo dar el paso siguiente, mi paso a mi ritmo, el ritmo de mi corazón. El corazón late y si lo escucho con atención sintiendo cada latido, me recuerda la vida, el gran regalo de la vida que merece ser vivida con atención y presencia. 

Estar presente todo el tiempo y cuestionarme lo que me dice la vida en cada momento y situación siempre es mi invitación… 

¿Qué más es posible?