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La culpa es un sentimiento que muchos hemos experimentado de una forma miserable porque sabemos que hemos dañado a otra persona y no hemos podido reparar el daño, en ocasiones ha sido sin querer causar ningún mal y otras veces ha sido conscientes de que algo podía salir mal.

De cualquier manera, la sensación que se vive es una emoción de tristeza, incomodidad e impotencia ya sea por una culpa real o imaginaria. La culpa se puede quedar instalada por un tiempo largo que nos baja la vibración.

Podemos sentirnos juzgados o criticados ante la responsabilidad de la acción cometida que ha provocado dolor en el otro. La culpa invita a la reflexión y a querer resarcir el daño realizado, aunque ya no sea posible corregirlo. Incorporar la dimensión del error es un acto de humildad al sabernos frágiles para hacer las cosas correctas todo el tiempo. Cuestionar la intención que nos llevó a dañar puede darnos luz para disminuir ese sentimiento de remordimiento y obsesión.

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